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Standing in the hall of fame and the world gonna know your name

jueves, 28 de marzo de 2013

Cap. 2

Como Lucas le había dicho, a las once estaría en el murito. Y así fue. Con un chaque por las rodillas, una tabla de surf, una mochila con colores tropicales, los auriculares y el móvil. Vamos, un surfero en toda regla. Ángela se acercó  por detrás del muro y le tapó los ojos con la chaqueta vaquera.
-¿Quién soy?- dijo Ángela
-¿Un ángel que ha venido a traerme la chaqueta?- contestó Lucas
-¿Quién si no? Jajajaja- dijo riéndose- ¿Te congelaste anoche?
-Un poco, pero mi casa no estaba muy lejos-
-Lo siento. Me acordé cuando me puse el pijama-
-¡No seas tonta!- exclamó- Ahora tiene tu olor.
Ella rió y se quedaron callados unos minutos mirando al mar. Normalmente todos los silencios que había pasado con Carlos eran incómodos, se comía la cabeza pensando en qué decir. Este no lo era.
-¿Cuáles son los planes para hoy?- preguntó Ángela.
-Enseñarte a hacer surf- contestó
-Me da miedo… Tuve una mala experiencia el año pasado haciéndolo.-
-¿Qué te pasó?
-Se me estaba dando mejor que a los demás así que me dijeron que fuera más adentro, a coger las más grandes. Vi una que era perfecta. Empecé a remar con todas mis ganas, me puse de  pie y todos empezaron a gritarme porque la ola rompió antes de lo esperado. Yo pensaba que estaban asombrados de lo bien que lo estaba haciendo pero cuando me di cuenta estaba bajo el agua. La tabla me dio en la cabeza y casi me ahogo- contestó, apartándose el pelo de la sien y enseñándole la cicatriz.
-Voy a estar a tu lado todo el tiempo, no te pasará nada- le dijo Lucas, mirándole a los ojos.
-Pues… allá vamos.
Fueron a una tienda de surf, alquilaron otra tabla y otro chaque y se metieron en el agua. Bueno, Lucas metió a Ángela en el agua entre gritos. Ya con el agua por la cintura, él empezó con sus clases.
-Calcula más o menos cinco metros, súbete a la tabla, pero no te tires encima porque te caerás. Cuenta hasta tres y rema con todas tus fuerzas y justo cuando la ola te llegue a las rodillas ponte de pie de un salto. No muy fuerte, suave. Si saltas muy rápido te caerás y la ola te revolcará- explicó
-Vale- contestó muy seria.
-Si no quieres podemos quedarnos en la orilla
-Claro que quiero, sólo estoy nerviosa-
-De acuerdo. Ahí viene una, no es muy grande-
Ángela se dio la vuelta y se subió a la tabla. Remó y cuando la ola estaba por sus rodillas se levantó.
-¡Sigue así, Ángela! ¡Vas muy bien!- gritó Lucas
Aguantó hasta que la tabla llegó a la orilla y, muy contenta, la cogió y volvió a intentarlo. Una y otra y otra vez lo hizo perfecto. Mientras, Lucas cogía las olas más grandes. Se llevó varios golpes pero siguió como si nada. Ángela se aburrió de las pequeñas y se fue, nerviosa, a por las grandes.
-Lo estás haciendo perfecto-le dijo él
-Gracias- respondió ella, sonriendo- Ahora se han parado las olas, tendremos que esperar unos segundos.
-No hay prisa-
Otra vez se formó un silencio entre ellos. Sólo se escuchaba el ruido del agua llegando a la orilla y la respiración de ambos.
-Siento que estoy yendo muy rápido contigo. Nos conocemos desde ayer, pero creo que lo que siento por ti es algo más que amistad. Desde el momento en que te vi a mi lado, cantando y llorando me gustaste. Aún sin haberte dicho palabra alguna- confesó Lucas, rompiendo el silencio.
-Estamos yendo rápido, sí, pero yo sentí lo mismo. Pasaron muchas personas por delante de mí ayer y me miraron. Ninguna se acercó y se preocupó al verme llorar. Sólo tú- respondió
-¿Crees que sería muy pronto para salir?
-Sí, pero no me importa el tiempo que haya pasado desde que nos conocimos. Siento que te quiero como si nos conociéramos de siempre.
Lucas se bajó de su tabla y se subió a la de Ángela. Justo al equilibrarse volvieron las olas así que él se desamarró la cuerda de su tabla del pie y dejó que la marea la llevara hasta la orilla. Cada ola era más grande que la anterior, Ángela se empezó a asustar pero si bajaba de la tabla podría ahogarse ya que no era muy buena nadando en el mar. Por el horizonte observaron una ola bastante grande.
-¡Llévame a la orilla antes de que llegue!- gritó asustada.
-Relájate, si voy a la orilla nos pillará en mitad del camino y romperá encima de nosotros- dijo Lucas, intentando tranquilizarla-Túmbate, rápido.
Ella obedeció. Notó como él se ponía de pie en la tabla y le dijo que empezara a remar muy rápido pero con más fuerza. Llegó la ola y Lucas le gritó que se levantara deprisa. Así hizo. Cogieron la ola juntos. Él la agarró por la cintura y le besó el cuello.
-Respira hondo y disfruta de la ola- susurró Lucas
-¡Te quiero!-gritó ella
Se tiraron ya que la ola iba a romper. Debajo del agua, él la agarró muy fuerte para que la tabla no la arrastrara hasta la orilla, subieron a la superficie, se miraron y se besaron.

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